Un verano muy Call Me By Your Name

Pienso, más a menudo de lo que se consideraría normal, en el Efecto Mariposa, o Teoría del Caos (como se le conoce en el mundo científico), por el que una pequeña mariposa batiendo sus alas en un rincón del planeta, puede llegar a desencadenar un tifón en la otra parte del mundo. Me fascina el hecho de que una simple decisión de una persona cualquiera pueda llegar a cambiar, incluso, la historia de la humanidad.

Un ejemplo que siempre me viene a la mente, por ser muy concreto, aunque con consecuencias no tan nefastas como para que afecte a la raza humana al completo, se explica a la perfección en esta magistral escena de la película El Curioso Caso de Benjamin Button, de David Fincher:

En ella, el personaje que interpreta Brad Pitt narra una sucesión de hechos que a simple vista no parecen estar relacionados, pero finalmente provocan un trágico suceso que, quizás, se habría podido evitar si al menos uno de ellos no hubiera ocurrido o se hubiera producido de forma diferente.

Evidentemente no estoy aquí para hablar de desgracias sino para hablar de las casualidades que me gustan, las que producen serendipias, como cuando Fleming descubrió la penicilina de manera totalmente casual, pero dentro de un escenario más costumbrista, más terrenal.

Por ejemplo: conocí, a través de las redes sociales, a la polifacética Carmen Pacheco y me suscribí a su newsletter (de esto hace ya unos años, y ahí sigo). En una de esas cartas descubrí que también tenía un canal de Telegram en el que interactuaba y compartía más cosas con sus seguidores, y me uní (también hace ya bastante tiempo, y ahí sigo).

Pues bien, hace unos días pidió por ahí recomendaciones de películas veraniegas y la comunidad se puso en marcha. El primer nombre que salió, que además es el que más likes tiene, lo cual no hace más que ratificar que era la mejor recomendación, fue Call me by your name, de Luca Guadagnino. Entonces recordé que es una película que llevaba años queriendo ver (básicamente desde que se estrenó, allá por el 2018) y por algún motivo inexplicable todavía no había hecho.

Así que pensé: «Es el momento».

Me dispuse a verla y ahora no solo se ha convertido en una de mis películas favoritas sino que me ha hecho reflexionar, y no, no tiene nada que ver con la trama central, aunque soy fan de esa historia de amor porque me suelen encantar las historias de primeros amores o las de amores de verano.

Lo que me cautivó fue la aparente sencillez de ese verano, aunque obviamente esa villa italiana ayuda mucho.

Hay un momento en la peli en la que Oliver (Armie Hammer) pregunta: “¿Qué haces por aquí?”, a lo que Elio (Timothée Chalamet) responde: “Esperar a que pase el verano”. Pero lo que para el protagonista de esta película es sinónimo de no hacer nada, en realidad es leer libros, bañarse en el río, ir al pueblo en bici, tomar zumos de albaricoque de su propio árbol, irse a la verbena del pueblo con sus amigos, transcribir música… y todo a un ritmo muy lento.

Yo quiero ese verano.

Y mientras pensaba en eso, recordaba cómo el año pasado (y el anterior, y el otro) estaba obsesionada con hacer grandes viajes, vivir experiencias únicas y conseguir así sentir que mis vacaciones habían valido la pena (hello, síndrome de vacaciones productivas).

Entonces, el subconsciente me hizo entrar en Twitter (me niego a llamarlo X) y hacer scroll en mis propias publicaciones hasta llegar a las de agosto del 2023. Y ahí encontré este tuit:

AJÁ.

No me digáis que no es una bonita casualidad que esta película que he decidido ver ahora porque me la recordaron en un canal de Telegram que descubrí gracias a una newsletter de una escritora que seguía en redes porque alguien de mi timeline la mencionaría en algún momento, justo me haya llevado a recordar el tuit que puse en el final de mis vacaciones del 2023 y me haya venido a corroborar que, sí, lo que yo necesitaba, al menos este año, era un verano slow, sin grandes pretensiones más que las que el propio cuerpo me pide que no son otras que descansar y desconectar. ¡Serendipia!

Y es que al final de eso se trata, ¿no? De encontrar la felicidad en las pequeñas cosas que uno tiene, que forman parte de su cotidianidad, y elevarlas a la máxima expresión de lo sublime.

A por ello.

Foto portada | Fotograma película Call Me By Your Name

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